Entre Valencia y Hollywood

Abc | 30/10/2004

 

 

 

Entre Valencia y Hollywood

 

LA PRODIGIOSA HISTORIA DE VICENTE BLASCO IBÁÑEZ

Joan Francesc Mira

Bromera / Algar

Valencia, 2004

126 páginas, 42 euros

 

Sergi Doria

Se cumplen setenta años desde que vio la luz La vuelta al mundo de un novelista, fruto del viaje que Vicente Blasco Ibáñez y su se­gunda mujer, Elena Ortúzar, realiza­ron en el trasatlántico «Franconia». Por aquel entonces, el escritor valen­ciano ya contemplaba la vida desde la cima de la fama, en la Fontana Rosa, su lujosa residencia de la Costa Azul. En las cubiertas de sus novelas de la editorial Prometeo sus títulos se con­taban por centenares de miles de ejemplares. De Los cuatro jinetes del Apocalipsis o Sangre y arena, encar­nadas en la pantalla por Rodolfo Va­lentino, se decía que eran los libros más vendidos en Norteamérica des­pués de la Biblia. Josep Pla visitó ha­cia 1921 a Blasco. El ampurdanés des­tacó sus formas aparatosas y el populismo republicano rayano en lo superficial, pero reconoció que nin­gún otro escritor de lengua castellana había llegado a la difusión y el rendimiento del «voluminoso valenciano» en quien veía un intuitivo «de una casi asilvestrada espontaneidad, des­provisto de las molestias de cua1quier lectura obsesiva, sin una erudición que lo frenara: un impresionante es­critor primario-primigenio».

     Marginado por su generación —la del 98—, que envidiaba sus éxitos, y por los tratadistas, que escribieron su nombre en minúsculas bajo el epí­grafe de Naturalismo; ocultado como icono republicano por el franquismo, ninguneado por el nacionalismo cata­lanista, que lo consideró «españo­lista», Blasco Ibañez no fue recono­cido académicamente hasta 1998, con motivo del centenario de La barraca y setenta años después de su muerte. Ahora, otro levantino, Joan Francesc Mira, recorre la «prodigiosa historia de Vicente Blasco Ibáñez». «Historia» y no «vida», porque su peripecia vital atesora los ingredientes de la más apasionante novela.

     Hijo de unos prósperos comer­ciantes del mercado de Valencia, Blasco fue un estudiante mediocre y el revolucionario anticlerical que per­geña una aburrida novela de tesis como La araña negra (1898), pero también el metabolizador del am­biente valenciano de Arroz y tartana (1894), Flor de mayo (1895), La barraca (1898) y Cañas y barro (1902).

 

La vuelta al siglo

Las doscientas fotografías que acompañan la biografía ilustran lo que fue la vuelta al siglo de Blasco Ibáñez. Desde los días enfebrecidos en El Pueblo, diario que fundó en 1894, al recibimiento que le dispensan 80.000 almas, cuando arriba a Argen­tina para colonizar las tierras Río Ne­gro con efigies de Cervantes y agri­cultores de la huerta levantina. Blasco comparó sus obras con «el tor­pedo que parte vertiginosamente: unas veces toca en el blanco deseado, otras se pierde sin éxito en el vacío; pero cuando estalla, lo hace con una brevedad instantánea y tumultosa».

     De todo hay en su bibliografía: descripciones sensoriales, como la at­mosférica obertura de Arroz y tar­tana, y títulos para olvidar. Mira deja de lado el «pecado» de Blasco —super­ficialidad comercial, argumentos es­quemáticos— y se deja seducir por su vitalismo. Esta semblanza didáctica es un primer mojón hacia la biografía monumental que merece el autor más internacional que dio España en el primer tercio del XX.

 

 

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